De mis observaciones en las clases de secciones internacionales en los distintos centros de Créteil (Francia), comprobé que desde 1º ESO, los alumnos están acostumbrados a trabajar en pequeños grupos y presentar ante sus compañeros el resultado de su trabajo. Esta forma de trabajar les permite ser autónomos, les sobrepone al miedo de hablar frente un público y hace que desarrollan su capacidad para juzgar los trabajos tanto de los demás como el propio. Esta práctica casi sistemática al final de cada unidad trabajada ayuda a tener alumnos que aprenden a pensar y a evaluarse.
Propuse actividades a mis grupos de 3º ESO en Historia, y a los dos grupos de Pmar (2º y 3º ESO). Con todos los grupos pude observar la evolución positiva de los alumnos. Los alumnos de Pmar fueron los que más mejoraron ya que su primera intervención frente al resto de sus compañeros fue desastrosa. Además tuve que poner pautas para el proceso de evaluación porque al principio les resultaba muy difícil encajar las “críticas” de los compañeros. Repitiendo en cada unidad este tipo de ejercicio, los alumnos mejoraron mucho y llegaron a un buen dominio de la palabra en público, sabiendo hacer autocrítica o juzgando de forma argumentada a sus compañeros.
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Junio 2019
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